Fotos y textos Jaime Atria
He estado numerosas veces en Sao Paulo, siempre por trabajo. Por lo mismo, antes de mi reciente visita partí a Brasil sin otras expectativas que pasear por su famosa avenida Paulista, visitar un par de tiendas y comer rico.
Había escuchado decir que los habitantes de Sao Paulo trabajan para que los de Río se diviertan, frase que hacía aún más abrumadora mi idea sobre la ciudad que voluntariamente decidí visitar.
Pero tras confirmar en el trayecto del aeropuerto al hotel el ritmo vertiginoso de la ciudad opté por descubrir el Sao Paulo que se esconde tras sus imponentes edificios.
Había escuchado decir que los habitantes de Sao Paulo trabajan para que los de Río se diviertan, frase que hacía aún más abrumadora mi idea sobre la ciudad que voluntariamente decidí visitar.
Pero tras confirmar en el trayecto del aeropuerto al hotel el ritmo vertiginoso de la ciudad opté por descubrir el Sao Paulo que se esconde tras sus imponentes edificios.
Y vaya que me llevé sorpresas. La frase “en Sao Paulo todos los días son lunes y todas las noches son viernes” fue la primera señal de que en Sao Paulo la diversión, los bares y el carrete son cosa de todos los días. Tomarse una cerveza en las numerosas mesitas que se instalan en las veredas de la Vía Augusta y sus calles vecinas, es pan de cada día. Y como la noche es viva de lunes a domingo una serie de originales tienditas ofrecen hasta bastante tarde todo tipo de productos novedosos, accesorios y vestimenta que sorprenden por su ingenio y creatividad. |
Pero si uno no está para “ir de copas”, la oferta gastronómica de Sao Paulo es una de las mejores y más variadas del mundo. Me defino como un carnívoro compulsivo. Soy exigente con la calidad y sabor de las carnes especialmente de res, y puedo decir con convicción absoluta que las carnes de Brasil, ya sea en un elegante Rodizzio o en un sofisticado Grill, son de las mejores del mundo con algunos cortes superiores incluso a las reconocidas carnes argentinas o del mismísimo New York. Además, el cuidado por la decoración en los buenos restaurantes hace que la experiencia de cenar o almorzar en Sao Paulo sea única. Una “figueira” con un tronco de tres metros de diámetro en el medio del comedor del restaurant Rubaiyat, es sólo un ejemplo del ingenio de los paulistas cuando se trata de seducir a los comensales.
En Sao Paulo además existen cientos de Galerías de Arte. Una al lado de la otra. Y el Museo de Arte de Sao Paulo, con su sorprendente edificio que muchos atribuyen a Oscar Niemeyer pero que en realidad proyectó la arquitecto Lona Bo Bardi, es definitivamente el museo más rico y completo de Latinoamérica. Obras de Delacroix, Gauguin, Cezzane, Van Gogh y Picasso comparten espacio con pinturas de Manet, Degas, Monet, Rafael, Siqueiros y otros tantos pintores de todas las épocas que uno sólo conocía a través de libros de arte, posters y tarjetas postales.
Y no puedo dejar de mencionar la guinda de la torta: Ubicado en el inmenso y hermoso Parque de Ibirapuera se encuentra el Museo de Arte Contemporáneo de Sao Paulo. Una especie de domo blanco que surge de la tierra, bajo el cual se exhiben sorprendentes expresiones de arte moderno. Un lugar que sí proyectó Oscar Niemeyer, el arquitecto que se hiciera conocido por sus construcciones en Brasilia y que impresiona por sus líneas curvas y escaleras que de por sí son una impactante expresión de Arte Moderno.
Por último, el Parque Ibirapuera es definitivamente uno de los más hermosos del mundo. Es un lugar extenso, con lagunas enormes en las que fuentes de agua formando las figuras más diversas te pueden dejar obnibulado por varios minutos. Un paraje natural verde donde se reúnen los paulistas a andar en bicicleta, pasear con la familia, hacer un picnic, chutear una pelota, tocar música o simplemente buscar inspiración, que nada tiene que envidiarle al Central Park de Nueva York, o al Hide Park de Londres, con un aditivo que no se encuentra en dichos parques: el espíritu amable y festivo de los brasileros.
Es un parque vivo con esculturas impresionantes, escenarios para conciertos, lagunas, prados y muchos otros atractivos que te hacen olvidar que ahí no más, a sólo unas cuadras están los imponentes edificios de oficinas, bancos y centros comerciales que te hacen creer que Sao Paulo es sólo un lugar para oficinistas y comerciantes.
Es un parque vivo con esculturas impresionantes, escenarios para conciertos, lagunas, prados y muchos otros atractivos que te hacen olvidar que ahí no más, a sólo unas cuadras están los imponentes edificios de oficinas, bancos y centros comerciales que te hacen creer que Sao Paulo es sólo un lugar para oficinistas y comerciantes.