Por Gabriela Guerschanik y Alejandro F. Fígola desde São Paulo, Brasil
El fútbol ayudó a formar la identidad brasileña, de la misma forma que la cultura brasileña ayudó a transformar el fútbol.
El Museo del Fútbol es un espacio para la historia del fútbol y de Brasil mismo. Un lugar decididamente moderno, en el que resulta difícil definir si la balanza se inclina hacia un bienvenido desborde de tecnología o de pasión.
Ocupa un espacio de 6,900 m2 debajo de las tribunas del estadio Municipal Paulo Machado de Carvalho, más conocido como Pacaembú –coliseo del popular club Corinthians– enmarcado actualmente por uno de los barrios más acomodados de la ciudad de São Paulo. El estadio fue inaugurado en 1940, ostentando el sello del mayor y más moderno de América Latina. Su construcción reflejó los anhelos de grandeza y la tremenda fe en el destino de la nación, marcando el espíritu de la época de un Brasil que se proyectaba con euforia hacia el futuro.
Pacaembú fue escenario de títulos y hechos históricos, como el gol “de bicicleta” o “chilena”, esa jugada acrobática introducida por un chileno en los años 20 y llevada a la fama por Leônidas da Silva –“el diamante negro”–, uno de los más grandes jugadores de la historia del fútbol de Brasil.
Por todo esto, entre columnas y pasarelas, el aire bajo las gradas del estadio se convertirían en un sitio casi arqueológico en busca del alma profunda de Brasil, para contar la gran epopeya de un país que, de manera eufórica y contagiosa, se unió en torno a una pelota.
El proyecto
La inversión para desarrollar el Museo del Fútbol involucró una cifra superior a los US$ 16 millones. Hoy su acervo cuenta con 1,442 imágenes expuestas, 6 horas de video, objetos históricos y piezas únicas que han sido cedidas por grandes protagonistas de la historia, e incluso coleccionistas. El Museo está dividido en 17 salas temáticas multimedia repartidas en tres sectores: “emoción”, “momentos históricos” y “diversión”. Paneles gigantes, proyecciones digitales, cuadros y fotografías, relatos radiales de algunos de los partidos más emblemáticos, videos de goles y campeonatos históricos, vitrinas con botines, camisetas y medallas. También cuenta con un área de juegos y monitores donde los visitantes pueden ejecutar penales virtuales. Una de las experiencias más impactantes es la simulación de la “arquibancada”, en la que invaden grabaciones de los gritos de las barras sumado a un juego de imágenes gigantes que aparecen de la nada y desaparecen como en un parpadeo de ojos. Imposible dejar este espacio y no sentirse un apasionado hincha de fútbol.
Integración a la cultura
El Museo del Fútbol, integrado a la red estatal de museos de São Paulo, dirigido por el Instituto de Arte del Fútbol Brasileño –organización social sin fines de lucro–, es una iniciativa del Gobierno de Estado y la Prefectura de la ciudad de São Paulo, por medio de la Secretaría Municipal de Deportes y Turismo, con el apoyo de empresas privadas.
La curaduría es obra del periodista Leonel Kaz, y el concepto y realización pertenecen a la Fundación Roberto Marinho, institución que contribuye a la construcción de un mundo donde las personas y las comunidades se relacionen, valoricen sus identidades y sean capaces de transformar sus propias vidas a través de la educación.
El Museo busca y logra transmitir cómo el fútbol se convirtió en una de las más reconocidas manifestaciones culturales del país, cuyo pueblo se apropió apasionadamente y consiguió hacer suyo un deporte inglés, blanco y de elite, para transformarlo en brasileño, popular y místico de la cultura de Brasil, habiendo inyectado en él costumbres y comportamientos inseparables en la trayectoria de este deporte. Los ingleses crearon el fútbol... y los brasileños el “jogo bonito”.
El fútbol ayudó a formar la identidad brasileña, de la misma forma que la cultura brasileña ayudó a transformar el fútbol. Los grandes de este deporte representan tanto su cultura como los íconos de las artes plásticas, la literatura, la música y el teatro.
Como parte de la cultura viva de Brasil, creativa y emocionante, el fútbol es un patrimonio que merece ser preservado, cultivado e incentivado, en sus complejidades y virtudes.
Visita al Museo
São Paulo sorprende constantemente a cada paso, sin importar qué tan seguido tenga uno la suerte de visitarla, considerando que resulta cada vez más confortable llegar a través de las rutas de LAN, que unen en vuelo directo Santiago con la ciudad donde “é tudo de bom”. Aquí siempre habrá algo tremendamente deslumbrante nunca antes visto. Y el Museo del Fútbol se ha convertido, en apenas dos años después de la inauguración a la que asistió Edson Arantes do Nascimento “Pelé” –el jugador que, para la mayoría de los brasileños, sigue siendo el mejor de la historia–, en parte imperdible de la agenda cultural de la ciudad, siendo, lejos de una extravagancia, una visita obligada para entender el espíritu de un pueblo del que hoy habla el mundo todo. Y no es necesario que a uno le guste el deporte del balón redondo, una visita al Museo del Fútbol, para la que ojalá reserve más tiempo del que crea necesitar, será una experiencia simplemente memorable.
El fútbol ayudó a formar la identidad brasileña, de la misma forma que la cultura brasileña ayudó a transformar el fútbol.
El Museo del Fútbol es un espacio para la historia del fútbol y de Brasil mismo. Un lugar decididamente moderno, en el que resulta difícil definir si la balanza se inclina hacia un bienvenido desborde de tecnología o de pasión.
Ocupa un espacio de 6,900 m2 debajo de las tribunas del estadio Municipal Paulo Machado de Carvalho, más conocido como Pacaembú –coliseo del popular club Corinthians– enmarcado actualmente por uno de los barrios más acomodados de la ciudad de São Paulo. El estadio fue inaugurado en 1940, ostentando el sello del mayor y más moderno de América Latina. Su construcción reflejó los anhelos de grandeza y la tremenda fe en el destino de la nación, marcando el espíritu de la época de un Brasil que se proyectaba con euforia hacia el futuro.
Pacaembú fue escenario de títulos y hechos históricos, como el gol “de bicicleta” o “chilena”, esa jugada acrobática introducida por un chileno en los años 20 y llevada a la fama por Leônidas da Silva –“el diamante negro”–, uno de los más grandes jugadores de la historia del fútbol de Brasil.
Por todo esto, entre columnas y pasarelas, el aire bajo las gradas del estadio se convertirían en un sitio casi arqueológico en busca del alma profunda de Brasil, para contar la gran epopeya de un país que, de manera eufórica y contagiosa, se unió en torno a una pelota.
El proyecto
La inversión para desarrollar el Museo del Fútbol involucró una cifra superior a los US$ 16 millones. Hoy su acervo cuenta con 1,442 imágenes expuestas, 6 horas de video, objetos históricos y piezas únicas que han sido cedidas por grandes protagonistas de la historia, e incluso coleccionistas. El Museo está dividido en 17 salas temáticas multimedia repartidas en tres sectores: “emoción”, “momentos históricos” y “diversión”. Paneles gigantes, proyecciones digitales, cuadros y fotografías, relatos radiales de algunos de los partidos más emblemáticos, videos de goles y campeonatos históricos, vitrinas con botines, camisetas y medallas. También cuenta con un área de juegos y monitores donde los visitantes pueden ejecutar penales virtuales. Una de las experiencias más impactantes es la simulación de la “arquibancada”, en la que invaden grabaciones de los gritos de las barras sumado a un juego de imágenes gigantes que aparecen de la nada y desaparecen como en un parpadeo de ojos. Imposible dejar este espacio y no sentirse un apasionado hincha de fútbol.
Integración a la cultura
El Museo del Fútbol, integrado a la red estatal de museos de São Paulo, dirigido por el Instituto de Arte del Fútbol Brasileño –organización social sin fines de lucro–, es una iniciativa del Gobierno de Estado y la Prefectura de la ciudad de São Paulo, por medio de la Secretaría Municipal de Deportes y Turismo, con el apoyo de empresas privadas.
La curaduría es obra del periodista Leonel Kaz, y el concepto y realización pertenecen a la Fundación Roberto Marinho, institución que contribuye a la construcción de un mundo donde las personas y las comunidades se relacionen, valoricen sus identidades y sean capaces de transformar sus propias vidas a través de la educación.
El Museo busca y logra transmitir cómo el fútbol se convirtió en una de las más reconocidas manifestaciones culturales del país, cuyo pueblo se apropió apasionadamente y consiguió hacer suyo un deporte inglés, blanco y de elite, para transformarlo en brasileño, popular y místico de la cultura de Brasil, habiendo inyectado en él costumbres y comportamientos inseparables en la trayectoria de este deporte. Los ingleses crearon el fútbol... y los brasileños el “jogo bonito”.
El fútbol ayudó a formar la identidad brasileña, de la misma forma que la cultura brasileña ayudó a transformar el fútbol. Los grandes de este deporte representan tanto su cultura como los íconos de las artes plásticas, la literatura, la música y el teatro.
Como parte de la cultura viva de Brasil, creativa y emocionante, el fútbol es un patrimonio que merece ser preservado, cultivado e incentivado, en sus complejidades y virtudes.
Visita al Museo
São Paulo sorprende constantemente a cada paso, sin importar qué tan seguido tenga uno la suerte de visitarla, considerando que resulta cada vez más confortable llegar a través de las rutas de LAN, que unen en vuelo directo Santiago con la ciudad donde “é tudo de bom”. Aquí siempre habrá algo tremendamente deslumbrante nunca antes visto. Y el Museo del Fútbol se ha convertido, en apenas dos años después de la inauguración a la que asistió Edson Arantes do Nascimento “Pelé” –el jugador que, para la mayoría de los brasileños, sigue siendo el mejor de la historia–, en parte imperdible de la agenda cultural de la ciudad, siendo, lejos de una extravagancia, una visita obligada para entender el espíritu de un pueblo del que hoy habla el mundo todo. Y no es necesario que a uno le guste el deporte del balón redondo, una visita al Museo del Fútbol, para la que ojalá reserve más tiempo del que crea necesitar, será una experiencia simplemente memorable.