Fotos y textos Jaime Atria
Hace apenas un año, buscando un lugar diferente para posar mis huesos bajo el sol, extendí mis alas hacia Curacao y descubrí un Caribe distinto que me cautivó porque al ser una isla holandesa con un turismo preferentemente europeo, me hizo sentir más cerca del viejo continente que de Latinoamérica.
En aquella oportunidad estuve en un precioso resort llamado Santa Bárbara algo distante de la capital Willemstad.
Este año quise repetirme el plato, pero en Aruba, otra isla holandesa, aunque esta vez me propuse hospedarme en la mismísima capital Oranjestad, para vivir un aire un poco más citadino, sin renunciar a las preciosas playas caribeñas.
Y fue un acierto. Si bien Oranjestad no es tan linda como la colorida Willemstad, es una ciudad ordenada y limpia, que se puede recorrer a pie, por calles tranquilas y estrechas donde las tiendas están diseñadas para el turismo y por donde cada cierto tiempo pasa un impecable tranvía que anuncia su paso con campanadas, para el disfrute de quienes prefieren darse un paseo sin dejar los pies en la calle.
En aquella oportunidad estuve en un precioso resort llamado Santa Bárbara algo distante de la capital Willemstad.
Este año quise repetirme el plato, pero en Aruba, otra isla holandesa, aunque esta vez me propuse hospedarme en la mismísima capital Oranjestad, para vivir un aire un poco más citadino, sin renunciar a las preciosas playas caribeñas.
Y fue un acierto. Si bien Oranjestad no es tan linda como la colorida Willemstad, es una ciudad ordenada y limpia, que se puede recorrer a pie, por calles tranquilas y estrechas donde las tiendas están diseñadas para el turismo y por donde cada cierto tiempo pasa un impecable tranvía que anuncia su paso con campanadas, para el disfrute de quienes prefieren darse un paseo sin dejar los pies en la calle.
El Renaissance Hotel donde nos hospedamos está en una punta de la propia ciudad y es en sí una ciudadela con casinos, tiendas, restaurants, cafés, una marina con lujosos yates y hasta una isla privada. Desde el hotel todo está a “walking distance” de los lugares más atractivos para el turista.
Una cómoda embarcación pasa cada quince minutos a recoger a los huéspedes que quieren visitar su isla privada a sólo diez minutos de distancia. El viaje en lancha es en sí una aventura, no porque el mar sea revoltoso, sino porque en una misma panorámica se encuentra uno con un avión aterrizando, un transatlántico partiendo, un grupo de pelícanos planeando y un velero desplegando sus velas
Una cómoda embarcación pasa cada quince minutos a recoger a los huéspedes que quieren visitar su isla privada a sólo diez minutos de distancia. El viaje en lancha es en sí una aventura, no porque el mar sea revoltoso, sino porque en una misma panorámica se encuentra uno con un avión aterrizando, un transatlántico partiendo, un grupo de pelícanos planeando y un velero desplegando sus velas
Al llegar a la isla la primera decisión es elegir en cuál de las dos playas vas a disfrutar del sol y el mar calipso bebiendo una fresca piña colada en sus blancas arenas: Iguana Beach o Flamingo Beach, dos nombres que podrían sonar caprichosos si no fuera porque definen lo verdaderamente vas a encontrar en ellas:
Un grupo de flamencos comparte con los bañistas el placer de hundir sus pies a la orilla del mar en Flamingo Beach. Mientras impávidas iguanas y coloridas lagartijas te dan la bienvenida con su mirada inquietante y un movimiento de cabeza con el que parecieran saludar a cada uno de los turistas que ingresan a su territorio en Iguana Beach.
El clima en Aruba es único. Por alguna extraña razón, producto de los vientos alisios, el de Aruba es un clima semi-desértico donde encuentras más cactus que palmeras. Por aquí simplemente no pasan ciclones ni huracanes Y la temperatura promedio es de 26 grados por lo que no sientes esa sensación de estar todo el tiempo “sudando la gota gorda”. Por su clima privilegiado, Aruba es una de las islas donde más regresan los turistas entre todas las islas del Caribe y la isla preferida de los turistas norteamericanos.
Un grupo de flamencos comparte con los bañistas el placer de hundir sus pies a la orilla del mar en Flamingo Beach. Mientras impávidas iguanas y coloridas lagartijas te dan la bienvenida con su mirada inquietante y un movimiento de cabeza con el que parecieran saludar a cada uno de los turistas que ingresan a su territorio en Iguana Beach.
El clima en Aruba es único. Por alguna extraña razón, producto de los vientos alisios, el de Aruba es un clima semi-desértico donde encuentras más cactus que palmeras. Por aquí simplemente no pasan ciclones ni huracanes Y la temperatura promedio es de 26 grados por lo que no sientes esa sensación de estar todo el tiempo “sudando la gota gorda”. Por su clima privilegiado, Aruba es una de las islas donde más regresan los turistas entre todas las islas del Caribe y la isla preferida de los turistas norteamericanos.
Tuvimos la suerte de asistir al Carnaval de Aruba, una versión reducida del Festival de Río para el que los isleños de todas las clases sociales, sexos, y colores se preparan durante un año con el fin de lucir sus carros alegóricos, sus bailes y sus disfraces. La comparsa comienza justo frente al Renaissance y corre la larga calle L.G. Smith donde el público les va regalando refrescos y bebidas alcohólicas que van poco a poco haciendo perder el ritmo y la compostura a los marchantes y bailarines que lucen sus plumas, maquillajes y sonrisas.
Los atardeceres en Oranjestad desde la marina frente al hotel son únicos. Si bien los chilenos estamos acostumbrados a las puestas de sol en el horizonte marino, aquí las siluetas de las embarcaciones respirando al ritmo del mar, los faroles encendidos y los alcatraces en silueta volando en cámara lenta, le dan al ocaso un romanticismo de postal, donde sólo falta la sobreimpresión con la frase que resume el mensaje de amor que encabeza las tarjetas de saludo que hace no muchos años enviábamos desde la distancia a los seres más queridos.
Los atardeceres en Oranjestad desde la marina frente al hotel son únicos. Si bien los chilenos estamos acostumbrados a las puestas de sol en el horizonte marino, aquí las siluetas de las embarcaciones respirando al ritmo del mar, los faroles encendidos y los alcatraces en silueta volando en cámara lenta, le dan al ocaso un romanticismo de postal, donde sólo falta la sobreimpresión con la frase que resume el mensaje de amor que encabeza las tarjetas de saludo que hace no muchos años enviábamos desde la distancia a los seres más queridos.
Existe por cierto una serie de actividades para hacer de tu estadía en Aruba algo más que playas y gastronomía: snorkeling, windsurfing, visitas en jeep a los escasos lugares históricos de la isla. Y a una corta distancia de Oranjestad se encuentra Palm Beach una extensa playa donde se ubica la mayoría de los All Inclusive de Aruba y donde va la gran mayoría de los turistas que llegan a esta fascinante isla. Pero a decir verdad, vivir Aruba en su capital te hace sentir que éste no es otro típico viaje a una playa caribeña.