
Foto Gentileza Hautlence
La nueva línea de guardatiempos de la marca Hautlence exhibe particularidades únicas, que homenajean su pasión por la vanguardia.
Perteneciente a la segunda generación de relojes Hautlence, marca suiza fundada en 2004, HL2.0 es producto de cuatro años de desarrollo de conceptos y complicaciones inéditos concebidos en conjunto con el connotado consultor externo Philippe Ruedin. Dado a conocer en 2010 y lanzado oficialmente este año, el modelo encarna esa particular forma de leer el tiempo que ha caracterizado a este taller de haute horlogerie.
Ubicado por los expertos a la cabecera de la relojería contemporánea, HL2.0 –íntegramente producido por el equipo de Hautlence, con sede en el cantón de Neuchâtel– cuenta con movimientos patentados, horas saltantes desplegadas por una cadena de 12 eslabones, minutos retrógrados y un indicador de reserva de marcha de 45 horas. La línea incluye, también, un movimiento automático y un órgano regulador de 18,000 vibraciones por hora.
Los dos modelos que componen la exclusiva colección cuentan con un número limitado de 28 piezas cada uno: HL2.1 en oro blanco de 18 quilates y HL2.2 en oro rosado de igual quilataje. Su cristal de zafiro tridimensional –que aporta una original dimensión volumétrica– permite ver el movimiento del órgano regulador cada hora, haciendo de este ejemplar de dos barriletes un sueño para coleccionistas y fanáticos de la relojería.
Al mando del equipo creador, el diseñador Guillaume Tetu se empeñó en dar a luz una colección que respondiera al desafío de completa transparencia y sensación de andar con un movimiento desnudo atado a la muñeca. Así, el cristal es el protagonista de este reloj tridimensional, un objeto que encarna la pasión por la relojería que comparten en La Chaux-de-Fonds, tradicional ciudad de relojeros desde el siglo XVII, reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y donde la creatividad, el desarrollo de la micro-tecnología, la originalidad y el talento puesto al servicio de este arte son celebrados con aplausos y con una inagotable exigencia de perfección.