Fotos © Chopard. Gentileza HBC Boutique
Con “traje de luces” los talleres de Fleurier Ebauches, responsables de los legendarios guardatiempos Chopard, han recibido el primer movimiento propio de la marca, implícito en su modelo Imperiale Full Set.
Alta joyería, precisión mecánica y un diseño sutil y elegante constituyen los rasgos definitorios del Imperiale Full Set, un reloj de líneas puras que da cuenta de la pericia técnica de Chopard, baluarte de la marca por más de 150 años. Y es que además de su estampa perfecta, el modelo ostenta el primer movimiento propio de la casa suiza, concebido a la medida de su manufactura. Bautizado como CHOPARD 01.03-C, el calibre que anima al Imperiale Full Set palpita con una frecuencia de 28,800 alternancias por hora (4 Hz) y provee una reserva de marcha de 60 horas.
Definidos por los entendidos como “relojes-joyas”, dada la imposibilidad de encasillarlos en algunas de las dos categorías, los modelos Full Set cuentan con engaste de diamantes de tallas baguette o brillante en esfera, corona y caja. Estas últimas, de oro blanco u oro rosa de 18 quilates, tienen 40mm de diámetro, destacando en ellas la prestancia “imperial” de los números romanos.
EL RENACIMIENTO DE UN CLÁSICO
Concebida en los años 90, la línea Imperiale de Chopard se consagró entonces como la quintaesencia del refinamiento. Ahora, en pleno tercer milenio, su reinterpretación –disponible en versiones 28mm y bicolor– tiene como fuente de inspiración a una mujer dinámica, natural, elegante, de mucho carácter y que valora la discreción en el Lujo. Así, con maestría, la colección reúne estilo, sofisticación y detalles excepcionales. Cabe destacar sus clásicos cubre-asas, completamente rediseñados, y el fondo de la esfera de nácar delicadamente tallado con motivos que evocan los emblemas nobiliarios.
El sello imperial que da a la colección su nombre se ve realzado por los números romanos y por la sutil curvatura de las agujas, inspiradas en las afiladas dagas que utilizaban los soberanos en combate. La corona, en forma de flor de loto, está montada sobre una caja de líneas muy simples, que otorga ligereza al guardatiempos. Otro toque lleno de charme lo aportan los cantos, a modo de columnas antiguas, tallados en briolette. Todos detalles atemporales para un modelo que persevera en su afán de renovarse continuamente.