Fotos © Ball Watch
Los mayores logros se consiguen en las condiciones más extremas. La historia de los relojes BALL está íntimamente ligada a la de los pioneros del ferrocarril. Comienza precisamente el 18 de abril de 1891, con la colisión frontal de dos trenes en Ohio. Esta catástrofe dejó una marca profunda porque se debió a la imprecisión del reloj del conductor de uno de los trenes. Tras el accidente, las dos compañías ferroviarias más importantes de los Estados Unidos decidieron poner remedio para siempre a ese tipo de fallo técnico. Se dirigieron a Webster Clay Ball, el relojero de Cleveland cuya reputación como cronometrador era ya reconocida. Nombrado inspector jefe de los ferrocarriles federales americanos, Webster C. Ball procedió a realizar pruebas de cronometraje de todos los relojes de los empleados del ferrocarril. Paralelamente, estableció un sistema de normalización de la hora que respondía a criterios de precisión y fiabilidad muy estrictos. Desde ese momento, la notoriedad de los relojes “BALL Standard” superó las fronteras del continente americano. Las prescripciones de Webb C. Ball eran de tal rigor que sentaron las bases de la certificación COSC, establecida en 1973 por la Sociedad Suiza de Cronometría, aún vigente.
Desde hace más de un siglo, los relojes BALL son reconocidos por ser modelos que responden a las más exigentes normas de precisión, fiabilidad y resistencia para hacer frente a las condiciones más extremas.
ENGINEER, HYDROCARBON y CERAMIC XV
De las colecciones BALL, probablemente la Engineer Hydrocarbon es la que más se relaciona con la resistencia a las condiciones más extremas y el gusto por la aventura. Jim Whittaker, el primer estadounidense en haber llegado a la cumbre del Everest, conoce perfectamente dichas condiciones y es un verdadero amante de la aventura.
Este experimentado montañista, defensor del medio ambiente y soldado de la paz en el mundo, ha llevado una vida llena de reconocimientos y honores. BALL Watch Company rinde tributo a este héroe con el Engineer Hydrocarbon Ceramic XV. Llama la atención, en la sofisticada esfera, la complejidad del trabajo artesanal con que ha sido elaborado cada uno de los componentes de este guardatiempos. Los números árabes y los índices, dotados de la tecnología suiza 3H, son una primicia mundial patentada por BALL. Los microtubos de gas autoluminiscentes de BALL garantizan una legibilidad excepcional, incluso en la oscuridad absoluta.
El movimiento automático ETA 2892, certificado cronómetro, extremadamente preciso y el calendario, proporcionan un verdadero aspecto tecnológico a este modelo. El Engineer Hydrocarbon Ceramic XV es estanco hasta 300 metros, resistente a los choques y a los campos magnéticos hasta 4,800 A/m.
FIREMAN STORM CHASER DLC
El Fireman Storm Chaser DLC, indiscutiblemente masculino, con un diseño depurado y elegante de líneas estilizadas, se viste de negro intenso y ofrece una facilidad de lectura incomparable. Posee un movimiento mecánico automático cronógrafo suizo muy preciso. Además de indicar las horas, los minutos, los segundos, el día y la fecha, este extraordinario reloj combina dos escalas de medición para ofrecer información esencial para el usuario. Mediante el taquímetro, el usuario puede medir la velocidad a la que se ha recorrido una distancia determinada.
El telémetro permite medir fácilmente la distancia entre el observador y una situación observable tanto de manera visual como sonora –como los rayos y los truenos–, basándose en la velocidad a la que el sonido atraviesa el aire. Ambas escalas constituyen una herramienta vital para los “cazadores de tormentas” aficionados y profesionales.
La caja de acero inoxidable de 43 mm, protegida por un cristal zafiro convexo antirreflectante e irrayable, está recubierta con carbono tipo diamante (DLC) que incrementa su durabilidad y resistencia a las rayaduras.
El fondo de la caja del Storm Chaser DLC lleva grabado un DOW –doppler sobre ruedas–, el revolucionario invento del Dr. Josh Wurman, como un homenaje al explorador. Gracias a esta nueva tecnología, Wurman puede acercarse más a los tornados y observar sus menores niveles, así como también visualizar peligrosos vientos prácticamente en tiempo real.