Textos Alejandro F. Fígola
Fotos © Offshore Images
Sólo verlo desplazarse por los mares con la vela izada en su único mástil, es un deleite. Pocas embarcaciones de su talla tienen este garbo náutico.
Desde que se inició su construcción, en Marzo de 2006, sus líneas simples y refinadas saltaron de inmediato a la vista. Encargado por un dueño de yates internacional, Red Dragon era la cuarta embarcación con una altura superior a los 50 m concebida por Alloy Yachts. Con un peso de 354 toneladas, fue armado según las especificaciones de Lloyds Classification, alineándose con el Código LY2 de yates comerciales de gran tamaño.
El diseño exterior, de Dubois Naval Architects, contempla una estructura de aluminio de alta performance y las instalaciones necesarias para un yate crucero de Lujo, con la habilidad de permanecer operativo en el mar por largos períodos, sin necesidad de asistencia externa.
En los interiores, a cargo de la firma francesa Wilmotte & Asociados, dominan las líneas modernas, simples y sofisticadas, y el color blanco, que aporta un toque vanguardista, luminoso y extremadamente “design”. El amplio salón con varios ambientes y comedor para más de 10 personas es el epicentro de la vida comunitaria a bordo.
Las comodidades incluyen la suite principal y tres suites para huéspedes; un gimnasio completamente equipado y cinco cabinas para la tripulación con capacidad para más de 10 personas. Por su parte, el puente de mando está conectado con el cockpit, y el mástil –de 62.5 mts– es de fibra de carbono, con una vela principal fácil de maniobrar y también de asegurar. Las velas son sostenidas por 11 cuerdas y seis winches verticales. Estos dispositivos fueron diseñados y construidos también por Alloy Yachts.
El motor principal de la nave es un C32 1400hp Caterpillar, que alcanza un rango aproximado de 5,900 millas náuticas a 10 nudos. Sus dos generadores de luz tienen 90 kw cada uno, facultando una autonomía insuperable en el ámbito de los yates.
Una embarcación de esta índole sin entretenimiento a bordo, no es tal. Por ello las atracciones interiores incluyen dos televisores pantalla LCD de 50 pulgadas y diez de 20 pulgadas; un sistema de sonido central y una librería electrónica de DVD. El sistema musical está localizado en seis zonas y detenta un moderno dispositivo programable con “touch screen”, en monitores destinados para ello.
SE INICIA LA AVENTURA
El Red Dragon fue lanzado a las aguas en Diciembre de 2007 desde la ciudad de Auckland. Desde allí se encaminó hacia el norte por el Viaducto Basin junto a otros congéneres. Una fiesta de bocinas, velas y banderas que no dejaban de flamear. Luego de 2 semanas el yate arribó por fin a Bali, donde recargó 6,000 litros de combustible. Fue en este punto en que los tripulantes Vajira Samarasekara y Chris Saville, de Alloy Yachts, dieron por cumplida su tarea y retornaron a Auckland. Y es que una de las prácticas de la firma, y que refleja el compromiso con sus clientes, es enviar staff de apoyo en el primer viaje por si se requiere soporte en el área
ELÉCTRICA O DE INGENIERÍA
Pero todo resultó mejor de lo esperado, así que la embarcación siguió su camino rumbo a las Seychelles, no sin antes detenerse en el atolón Peros Banhos, uno de los mejores lugares del mundo para bucear. En este pequeño lugar deshabitado y rodeado por pequeñísimas islas, el yate fue patrullado por embarcaciones del gobierno británico. Y es que la protección de la fauna natural, especialmente marina, es un ítem fundamental en esta área considerada uno de los últimos reductos de pureza, descontaminación y vida 100% natural en el planeta.
Seychelles pasó rápido por los ojos de la tripulación. Mientras el yate se aproximaba al Golfo de Adén, en el Océano Índico, tres miembros de la tripulación asumieron el rol permanente de vigías. Durante las semanas previas, la presencia de piratas somalíes en estas latitudes había sido muy activa.
De pronto, el grupo vio un enorme dhow cambiar de curso y dirigirse hacia el yate. Los dhow son embarcaciones típicamente árabes, conocidas por su velamen triangular y bajo calado, con un solo mástil. Y aunque constituyen un espectáculo para la vista por su belleza, en esta ocasión el que había al frente sólo provocó nerviosismo. Más aún cuando a sólo 7 km del yate se detuvo y lanzó al agua seis botes rápidos con tres tripulantes cada uno. Este fue el minuto más rico en adrenalina de todo el viaje.
Al aproximarse, los piratas se sorprendieron al descubrir que en el yate los esperaban ocho hombres bien armados. Repentinamente decidieron retroceder y aguardar por un blanco más fácil.
Una vez lejos de las peligrosas costas somalíes, la tripulación decidió tomar un respiro en la isla griega de Rodas, antes de seguir rumbo a Estambul.
Luego de esta primera aventura, llegó la hora de volver y planificar el viaje a Mónaco, donde el yate fue invitado, junto con otros de Alloy Yachts, al tradicional Monaco Yacht Show.
Fotos © Offshore Images
Sólo verlo desplazarse por los mares con la vela izada en su único mástil, es un deleite. Pocas embarcaciones de su talla tienen este garbo náutico.
Desde que se inició su construcción, en Marzo de 2006, sus líneas simples y refinadas saltaron de inmediato a la vista. Encargado por un dueño de yates internacional, Red Dragon era la cuarta embarcación con una altura superior a los 50 m concebida por Alloy Yachts. Con un peso de 354 toneladas, fue armado según las especificaciones de Lloyds Classification, alineándose con el Código LY2 de yates comerciales de gran tamaño.
El diseño exterior, de Dubois Naval Architects, contempla una estructura de aluminio de alta performance y las instalaciones necesarias para un yate crucero de Lujo, con la habilidad de permanecer operativo en el mar por largos períodos, sin necesidad de asistencia externa.
En los interiores, a cargo de la firma francesa Wilmotte & Asociados, dominan las líneas modernas, simples y sofisticadas, y el color blanco, que aporta un toque vanguardista, luminoso y extremadamente “design”. El amplio salón con varios ambientes y comedor para más de 10 personas es el epicentro de la vida comunitaria a bordo.
Las comodidades incluyen la suite principal y tres suites para huéspedes; un gimnasio completamente equipado y cinco cabinas para la tripulación con capacidad para más de 10 personas. Por su parte, el puente de mando está conectado con el cockpit, y el mástil –de 62.5 mts– es de fibra de carbono, con una vela principal fácil de maniobrar y también de asegurar. Las velas son sostenidas por 11 cuerdas y seis winches verticales. Estos dispositivos fueron diseñados y construidos también por Alloy Yachts.
El motor principal de la nave es un C32 1400hp Caterpillar, que alcanza un rango aproximado de 5,900 millas náuticas a 10 nudos. Sus dos generadores de luz tienen 90 kw cada uno, facultando una autonomía insuperable en el ámbito de los yates.
Una embarcación de esta índole sin entretenimiento a bordo, no es tal. Por ello las atracciones interiores incluyen dos televisores pantalla LCD de 50 pulgadas y diez de 20 pulgadas; un sistema de sonido central y una librería electrónica de DVD. El sistema musical está localizado en seis zonas y detenta un moderno dispositivo programable con “touch screen”, en monitores destinados para ello.
SE INICIA LA AVENTURA
El Red Dragon fue lanzado a las aguas en Diciembre de 2007 desde la ciudad de Auckland. Desde allí se encaminó hacia el norte por el Viaducto Basin junto a otros congéneres. Una fiesta de bocinas, velas y banderas que no dejaban de flamear. Luego de 2 semanas el yate arribó por fin a Bali, donde recargó 6,000 litros de combustible. Fue en este punto en que los tripulantes Vajira Samarasekara y Chris Saville, de Alloy Yachts, dieron por cumplida su tarea y retornaron a Auckland. Y es que una de las prácticas de la firma, y que refleja el compromiso con sus clientes, es enviar staff de apoyo en el primer viaje por si se requiere soporte en el área
ELÉCTRICA O DE INGENIERÍA
Pero todo resultó mejor de lo esperado, así que la embarcación siguió su camino rumbo a las Seychelles, no sin antes detenerse en el atolón Peros Banhos, uno de los mejores lugares del mundo para bucear. En este pequeño lugar deshabitado y rodeado por pequeñísimas islas, el yate fue patrullado por embarcaciones del gobierno británico. Y es que la protección de la fauna natural, especialmente marina, es un ítem fundamental en esta área considerada uno de los últimos reductos de pureza, descontaminación y vida 100% natural en el planeta.
Seychelles pasó rápido por los ojos de la tripulación. Mientras el yate se aproximaba al Golfo de Adén, en el Océano Índico, tres miembros de la tripulación asumieron el rol permanente de vigías. Durante las semanas previas, la presencia de piratas somalíes en estas latitudes había sido muy activa.
De pronto, el grupo vio un enorme dhow cambiar de curso y dirigirse hacia el yate. Los dhow son embarcaciones típicamente árabes, conocidas por su velamen triangular y bajo calado, con un solo mástil. Y aunque constituyen un espectáculo para la vista por su belleza, en esta ocasión el que había al frente sólo provocó nerviosismo. Más aún cuando a sólo 7 km del yate se detuvo y lanzó al agua seis botes rápidos con tres tripulantes cada uno. Este fue el minuto más rico en adrenalina de todo el viaje.
Al aproximarse, los piratas se sorprendieron al descubrir que en el yate los esperaban ocho hombres bien armados. Repentinamente decidieron retroceder y aguardar por un blanco más fácil.
Una vez lejos de las peligrosas costas somalíes, la tripulación decidió tomar un respiro en la isla griega de Rodas, antes de seguir rumbo a Estambul.
Luego de esta primera aventura, llegó la hora de volver y planificar el viaje a Mónaco, donde el yate fue invitado, junto con otros de Alloy Yachts, al tradicional Monaco Yacht Show.