
Fotos © Bugatti Automobiles S.A.S.
Una antigua y férrea amistad renació junto con el flamante automóvil que lleva impreso el sello de ambas casas. La del hombre que fabricaba autos, pero vivía para los caballos y la del que hacía sillas de montar, pero amaba la velocidad.
La versión número 78 del Motor Show de Ginebra, llevada a cabo este año, fue la ocasión que aprovecharon Bugatti y Hermès –dos firmas unidas por la historia– para presentar el nuevo fruto de su trabajo conjunto luego de décadas. Se trata del Bugatti Veyron Fbg par Hermès, un ejemplar que conjuga velocidad, diseño y lo más refinado en manufactura en cuero.
El diseñador italiano Gabriele Pezzini fue el encargado de hermanar ambos estilos en un modelo que ya es leyenda. Todo para realzar la personalidad del sport coupé con motor de avanzada tecnología, 16 cilindros y 1001 caballos de fuerza, gracias al cual logra alcanzar los 100 km/h en sólo 2,5 segundos y una velocidad límite de 407 km/h. Asimismo, cuenta con un sistema de frenos revolucionario y un poder de desaceleración sin precedentes. En éste influyen los alerones traseros, que en velocidades superiores a 200 km/h se posicionan en un ángulo de 113 grados en menos de 0,4 segundos. Los frenos de emergencia, en tanto, se activan a los 400 km/h, facilitando la detención total del vehículo en sólo 10 segundos.
Placer, confort, amor por la velocidad, el cuero y los detalles finos. Todos estos atributos fueron rescatados por Pezzini –invitado por la dirección de arte de Hermès– al momento de repensar un modelo que reflejara el espíritu de ambas marcas tanto en el interior como en el exterior. Meta lograda con creces, porque basta ver sus líneas aerodinámicas y minimalistas, semejantes a las del Bugatti Type 35 de 1924 –el más famoso de todos los tiempos–, su motor de última generación, las terminaciones de las butacas de piel de becerro, el revestimiento del cockpit o el interior de las puertas, para comprender de inmediato que es tan Bugatti como Hermès.
Lo mismo con las manillas, que evocan las de maletas y bolsos de viaje de la casa francesa, y un exclusivo compartimento en la guantera diseñado para disponer pequeños accesorios útiles y una cartera. La letra “H” abunda en este excepcional modelo disponible sólo hasta fin de año y cuyo valor asciende a €1.55 millones.
DEVOTOS DEL LUJO
La Gran Guerra no había estallado aún cuando el empresario automotriz italiano y criador de caballos de carrera Ettore Bugatti había elegido a Hermès como fabricante de sus sillas de montar. También le encomendaba periódicamente los jubones de sus animales, todos con el monograma E.B. De gustos sofisticados, para Bugatti nada era demasiado fino, bello o costoso.
En los talleres del número 24 de la Rue Faubourg Saint-Honoré, en París, Émile, el menor de los Hermès, era el encargado de llevar a cabo los pedidos debido a su gran habilidad en la fabricación de sillas y arnés. Además de una relación de cariño y admiración mutua, compartía con el italiano una poderosa pasión por los automóviles.
En 1909 Ettore había fundado, en la localidad francesa de Molsheim, una fábrica de lujosos automóviles de carrera que llevaba su apellido. Pero fue durante las décadas de 1920 y 1930 que ésta alcanzó su máximo esplendor. Por su parte, Émile había visitado en 1914 la sede de Ford en Detroit, Estados Unidos, quedando completamente fascinado con el modelo T Torpedo, del que consiguió la licencia. Fue así como se diversificó hacia el confort y el refinamiento automotriz, desarrollando una gama de accesorios innovadores como cajas para cigarrillos y un práctico bolso de cuero conocido como “sac pour l’auto”.
En 1930, Hermès diseña el primer traje de cuero deportivo Bugatti para mujer. Sólo un año antes había terminado un baúl de viajes para la parte trasera del modelo Royale Número 1, con el monograma de la marca, que obtuvo el primer lugar en el Concours d’Elégance en París.
En 1956 el último Bugatti salió de la legendaria fábrica en Molsheim. Pero el tiempo pasa raudo y, cinco décadas más tarde, en la primavera de 2006, el representante de la nueva generación de vehículos –el Veyron 16.4– era entregado a sus dueños. Ese mismo año, los representantes de Bugatti y Hermès se encontraron nuevamente en el Concours d’Elégance, la amistad permanecía incólume. Nació, entonces, una nueva era de colaboraciones entre las dos casas devotas del Lujo.
Bajo el emblema de Bugatti, “Arte-Forma-Tecnología”, ambas firmas pusieron sus experiencias al servicio de un vehículo que encarna los valores que las identifican: exclusividad, Lujo, elegancia, confort, innovación, excelencia, velocidad, poder y seguridad. Y el resultado está a la vista.