Por Gabriela C. Guerschanik desde Brasil
Fotos Alejandro F. Fígola
Textos María Teresa Solinas Ivys
Agradecimientos: LAN Airlines y Embajada de Brasil
Sus enormes muros esconden más de un siglo de historia, que se refleja en su construcción y en las obras de arte. Por algo es el museo más importante de Brasil. Entrar en la Pinacoteca de São Paulo, es encontrarse con la trayectoria del arte brasileño y mucho más. Y es que, en sus cientos de metros cuadrados, logra impresionar a cualquiera que vaya en busca de expresiones artísticas propias del país, ya que, entre medio, se encontrará con piezas exclusivas de artistas internacionales.
Así es la Pinacoteca. Simplemente sorprendente y encantadora. Con más de 6,000 obras –con pinturas, esculturas, collages, tapices, fotografías, entre muchas otras― este lugar transporta al visitante a diferentes momentos de la historia, en medio de un paisaje maravilloso como es el Jardim da Luz, donde se emplaza este museo.
Los grandiosos muros que envuelven a este reducto, guardan historias desde 1873, cuando en el mismo lugar se emplazaba la Sociedad Propagadora de la Instrucción Popular, lo que fue el puntapié inicial de lo que es ahora este lugar.
Fue en 1882 cuando se transformó en el Liceo de Artes y Oficios, para 13 años después comenzar a transformarse en la Escuela de Bellas Artes, dando así inicio a la construcción de un edificio con clara influencia del neorenacentismo italiano, que hoy simplemente maravilla.
Así, en 1905 se inauguró la Pinacoteca, dando vida al primer museo estatal de estas características en São Paulo.
Aunque en un principio, el arte exhibido se restringió a piezas nacionales, actualmente sus salas reflejan lo cosmopolita que ha llegado a ser esta ciudad, exponiendo obras internacionales, pero cuidando siempre que el mayor porcentaje sea local.
Si se trata de la sección que reúne la historia del siglo XIX, las obras de Almeida Júnior acaparan las miradas, destacando piezas como “Caipira Picando Fumo”, “O Violeirio” y “Leitura”, entre muchas otras. Pero eso no es todo. Trabajos de Benedito Calixto, Castagneto, Antônio Parreiras, Pedro Alexandrino, Oscar Pereira da Silva, Henrique Bernardelli, Bertha Worms, por nombrar sólo algunos, logran retratar el Brasil de entonces.
Algo similar, pero aún más sorprendente, es lo que sucede con las piezas del siglo XX, que reflejan la evolución del arte local, con trabajos contemporáneos de Paulo Pasta y Nuno Ramos, que se mezclan con obras de artistas como Larsal Segall, Anita Malfatti o Víctor Brecheret, entre otros.
Pero lo fascinante no termina aquí. Fue en 1998 cuando la Pinacoteca, luego de su primera remodelación, logró alcanzar los estándares de los museos internacionales para albergar exposiciones de los más renombrados artistas mundiales. Es así como hoy, en el segundo piso, se pueden observar nueve esculturas en bronce de Aguste Rodin y la colección de esculturas francesas que destacan en un maravilloso patio de luz, donde los añosos ladrillos del edificio de la Pinacoteca brindan una atmósfera única a estas exclusivas piezas.
Pero estos cambios estructurales no sólo se tradujeron en que el museo tuviera piezas internacionales, sino también significó el Premio Internacional Mies van der Rohe para América Latina (año 2000) otorgado a los arquitectos que intervinieron el lugar: Paulo Mendes da Rocha, Welinton Ricoy Torres y Eduardo Argenton Colonelli.
Y cuando el recorrido termina, otra maravilla comienza con un paseo por el Jardim da Luz, coronando la visita a la Pinacoteca.
Fotos Alejandro F. Fígola
Textos María Teresa Solinas Ivys
Agradecimientos: LAN Airlines y Embajada de Brasil
Sus enormes muros esconden más de un siglo de historia, que se refleja en su construcción y en las obras de arte. Por algo es el museo más importante de Brasil. Entrar en la Pinacoteca de São Paulo, es encontrarse con la trayectoria del arte brasileño y mucho más. Y es que, en sus cientos de metros cuadrados, logra impresionar a cualquiera que vaya en busca de expresiones artísticas propias del país, ya que, entre medio, se encontrará con piezas exclusivas de artistas internacionales.
Así es la Pinacoteca. Simplemente sorprendente y encantadora. Con más de 6,000 obras –con pinturas, esculturas, collages, tapices, fotografías, entre muchas otras― este lugar transporta al visitante a diferentes momentos de la historia, en medio de un paisaje maravilloso como es el Jardim da Luz, donde se emplaza este museo.
Los grandiosos muros que envuelven a este reducto, guardan historias desde 1873, cuando en el mismo lugar se emplazaba la Sociedad Propagadora de la Instrucción Popular, lo que fue el puntapié inicial de lo que es ahora este lugar.
Fue en 1882 cuando se transformó en el Liceo de Artes y Oficios, para 13 años después comenzar a transformarse en la Escuela de Bellas Artes, dando así inicio a la construcción de un edificio con clara influencia del neorenacentismo italiano, que hoy simplemente maravilla.
Así, en 1905 se inauguró la Pinacoteca, dando vida al primer museo estatal de estas características en São Paulo.
Aunque en un principio, el arte exhibido se restringió a piezas nacionales, actualmente sus salas reflejan lo cosmopolita que ha llegado a ser esta ciudad, exponiendo obras internacionales, pero cuidando siempre que el mayor porcentaje sea local.
Si se trata de la sección que reúne la historia del siglo XIX, las obras de Almeida Júnior acaparan las miradas, destacando piezas como “Caipira Picando Fumo”, “O Violeirio” y “Leitura”, entre muchas otras. Pero eso no es todo. Trabajos de Benedito Calixto, Castagneto, Antônio Parreiras, Pedro Alexandrino, Oscar Pereira da Silva, Henrique Bernardelli, Bertha Worms, por nombrar sólo algunos, logran retratar el Brasil de entonces.
Algo similar, pero aún más sorprendente, es lo que sucede con las piezas del siglo XX, que reflejan la evolución del arte local, con trabajos contemporáneos de Paulo Pasta y Nuno Ramos, que se mezclan con obras de artistas como Larsal Segall, Anita Malfatti o Víctor Brecheret, entre otros.
Pero lo fascinante no termina aquí. Fue en 1998 cuando la Pinacoteca, luego de su primera remodelación, logró alcanzar los estándares de los museos internacionales para albergar exposiciones de los más renombrados artistas mundiales. Es así como hoy, en el segundo piso, se pueden observar nueve esculturas en bronce de Aguste Rodin y la colección de esculturas francesas que destacan en un maravilloso patio de luz, donde los añosos ladrillos del edificio de la Pinacoteca brindan una atmósfera única a estas exclusivas piezas.
Pero estos cambios estructurales no sólo se tradujeron en que el museo tuviera piezas internacionales, sino también significó el Premio Internacional Mies van der Rohe para América Latina (año 2000) otorgado a los arquitectos que intervinieron el lugar: Paulo Mendes da Rocha, Welinton Ricoy Torres y Eduardo Argenton Colonelli.
Y cuando el recorrido termina, otra maravilla comienza con un paseo por el Jardim da Luz, coronando la visita a la Pinacoteca.