Por Arq. Ernesto Barreda F. / Arq. Yves Besançon P.
Fotos © Paul Maurer
Hablar de este arquitecto francés que nace en Caudéran, en la Gironda, hace 70 años, es adentrarse en el mundo de la Arquitectura y de la Ingeniería en una misma persona que estudia primero Ingeniería de Puentes y luego Arquitectura en l´Ecole Politechnique de París. Sus obras repartidas por todo el mundo, son una muestra de esta especialidad en la que el Arte se mezcla con la Ingeniería para resolver con maestría grandes proyectos entre los que podemos mencionar los aeropuertos Charles de Gaulle y Orly de París, el Aeropuerto Internacional de Soekarno-Hatta en Yakarta, el de Abu Dhabi, el de El Cairo, el de Brunéi y el de Ninoy Aquino. Otras grandes obras de Andreu son el Grand Arche de la Défense en París junto a von Spreckelsen, el Museo Marítimo de Osaka en Japón y el Gran Teatro Nacional de China en Beijing.
El Gran Teatro Nacional de China está emplazado en la Avenida Chang´An muy cerca de la célebre Plaza de Tian´anmen. En él se desarrollan tres grandes espacios de espectáculos de forma ovoidal; una sala para la Ópera de Pekín para 2,500 butacas, una sala de exposiciones para 1,000 personas y una sala para conciertos para 2,000 espectadores, en medio de un gran lago de 35,000 m2, emergiendo suntuosa y brillante como una “perla”, según la bautizara el propio Andreu. La enorme cúpula de titanio y cristal laminado, de líneas vanguardistas y estudiada modulación estructural, pareciera flotar en medio del lago, reflejando su potente volumen, en una duplicación majestuosa formidable. El acceso es a través de un túnel de cristal que cruza submarinamente la laguna para emerger en medio de un hall central que sirve de foyer de distribución a las salas de espectáculos.
La obra, que duró aproximadamente cinco años, tuvo en sus momentos peak a más de 4,200 trabajadores dedicados afanosamente durante las 24 horas del día para terminar este coloso de la Arquitectura moderna de la nueva China, la China de la apertura y del neoliberalismo del siglo XXI. El delirio por construir las obras más importantes y más grandes del mundo en China, ha producido una extraordinaria y espectacular conjunción de edificios únicos y singulares, a la espera de los Juegos Olímpicos de este año. El Aeropuerto Internacional de Pekín de Norman Foster, el CCTV de Rem Koolhaas, el estadio Olímpico de Herzog y De Meuron y el Gran Teatro Nacional de China de Paul Andreu entre otras, son ejemplos que están a la vista y constituyen un patrimonio de la nueva Arquitectura China inmersa en la globalización de las economías y el arte del nuevo milenio.
Fotos © Paul Maurer
Hablar de este arquitecto francés que nace en Caudéran, en la Gironda, hace 70 años, es adentrarse en el mundo de la Arquitectura y de la Ingeniería en una misma persona que estudia primero Ingeniería de Puentes y luego Arquitectura en l´Ecole Politechnique de París. Sus obras repartidas por todo el mundo, son una muestra de esta especialidad en la que el Arte se mezcla con la Ingeniería para resolver con maestría grandes proyectos entre los que podemos mencionar los aeropuertos Charles de Gaulle y Orly de París, el Aeropuerto Internacional de Soekarno-Hatta en Yakarta, el de Abu Dhabi, el de El Cairo, el de Brunéi y el de Ninoy Aquino. Otras grandes obras de Andreu son el Grand Arche de la Défense en París junto a von Spreckelsen, el Museo Marítimo de Osaka en Japón y el Gran Teatro Nacional de China en Beijing.
El Gran Teatro Nacional de China está emplazado en la Avenida Chang´An muy cerca de la célebre Plaza de Tian´anmen. En él se desarrollan tres grandes espacios de espectáculos de forma ovoidal; una sala para la Ópera de Pekín para 2,500 butacas, una sala de exposiciones para 1,000 personas y una sala para conciertos para 2,000 espectadores, en medio de un gran lago de 35,000 m2, emergiendo suntuosa y brillante como una “perla”, según la bautizara el propio Andreu. La enorme cúpula de titanio y cristal laminado, de líneas vanguardistas y estudiada modulación estructural, pareciera flotar en medio del lago, reflejando su potente volumen, en una duplicación majestuosa formidable. El acceso es a través de un túnel de cristal que cruza submarinamente la laguna para emerger en medio de un hall central que sirve de foyer de distribución a las salas de espectáculos.
La obra, que duró aproximadamente cinco años, tuvo en sus momentos peak a más de 4,200 trabajadores dedicados afanosamente durante las 24 horas del día para terminar este coloso de la Arquitectura moderna de la nueva China, la China de la apertura y del neoliberalismo del siglo XXI. El delirio por construir las obras más importantes y más grandes del mundo en China, ha producido una extraordinaria y espectacular conjunción de edificios únicos y singulares, a la espera de los Juegos Olímpicos de este año. El Aeropuerto Internacional de Pekín de Norman Foster, el CCTV de Rem Koolhaas, el estadio Olímpico de Herzog y De Meuron y el Gran Teatro Nacional de China de Paul Andreu entre otras, son ejemplos que están a la vista y constituyen un patrimonio de la nueva Arquitectura China inmersa en la globalización de las economías y el arte del nuevo milenio.

La simbólica plaza de Tian´anmen (Plaza de la Puerta de la Paz Celestial), construida en el eje de la Ciudad Prohibida como símbolo de la nueva China en 1949, como la plaza más grande del mundo con 880 metros por 500 metros y una superficie de 440,000 m2, está a pocos metros del nuevo Gran Teatro que será el nuevo símbolo de la China del tercer milenio. Por lo mismo este proyecto que Andreu ganó en un concurso internacional, no estuvo ajeno a la polémica local en torno a que este monumental edificio opacaría a los grandes edificios estatales de la China popular.
El Gran Teatro rodeado de una laguna geométrica emerge con espectacular fuerza, contrastando los materiales de su cubierta de titanio y cristal, como un cuerpo semiesférico o elíptico de 46 metros de altura y 200 metros de largo que está durmiendo en la quietud del agua y en cuyo interior se acoge la cultura milenaria de un país que también emerge de su largo letargo en el que estuvo sumido durante siglos.
Paul Andreu es un innovador siempre en busca de nuevas formas y materiales, nuevas estructuras y geometrías que le han permitido explorar soluciones con el uso de nuevas tecnologías para estar a la vanguardia del diseño europeo entre los más grandes arquitectos de la Francia de hoy y de ayer. Como se ha definido él mismo, es un “poeta de la construcción y de la ingeniería”, ha sido merecedor de distinciones como los Premios Ingleses “Special Award en 1995,1997 y 2002, Gran Premio de Florencia en 1989 y el Gran Premio Nacional de Arquitectura en 1977, nombrado Ciudadano de Honor de la Ciudad de Cantón en China en el 2000 y distinguido con la Legión de Honor Gran Oficial de la Orden del Mérito de Francia.
El Gran Teatro rodeado de una laguna geométrica emerge con espectacular fuerza, contrastando los materiales de su cubierta de titanio y cristal, como un cuerpo semiesférico o elíptico de 46 metros de altura y 200 metros de largo que está durmiendo en la quietud del agua y en cuyo interior se acoge la cultura milenaria de un país que también emerge de su largo letargo en el que estuvo sumido durante siglos.
Paul Andreu es un innovador siempre en busca de nuevas formas y materiales, nuevas estructuras y geometrías que le han permitido explorar soluciones con el uso de nuevas tecnologías para estar a la vanguardia del diseño europeo entre los más grandes arquitectos de la Francia de hoy y de ayer. Como se ha definido él mismo, es un “poeta de la construcción y de la ingeniería”, ha sido merecedor de distinciones como los Premios Ingleses “Special Award en 1995,1997 y 2002, Gran Premio de Florencia en 1989 y el Gran Premio Nacional de Arquitectura en 1977, nombrado Ciudadano de Honor de la Ciudad de Cantón en China en el 2000 y distinguido con la Legión de Honor Gran Oficial de la Orden del Mérito de Francia.