
Representante exclusivo en Chile
LOAKE Shoemakers
Foto © Libro SANTIAGO ELEGANTE / Igor Almonacid
El zapato inglés es sinónimo de estilo y elegancia masculina, distinguiendo a quien lo usa.
La historia del calzado es tan antigua como la humanidad, y ha tenido siempre relación con los materiales disponibles, el clima, y las funciones laborales o sociales requeridas para esta prenda. Es sorprendente que hasta mediados del siglo XVIII, la fabricación del calzado haya sido hecha con las mismas herramientas manuales que se usaban desde tiempos de los romanos.
En Inglaterra la fabricación de zapatos de hombre se desarrolló en talleres artesanales y hogareños en la zona de Northhampton, 100 km al norte de Londres, donde la industria se mantiene operando hasta el día de hoy. En esa zona de praderas y bosques estaba la mano de obra especializada, y pastaban los vacunos que proveían el buen cuero necesario para hacer los zapatos. Eran comerciantes los que, viendo lo que se usaba en Londres, encargaban esos modelos a muchos talleres, para comprarlos y llevarlos al gran mercado de Londres.
A mediados de 1800, en Inglaterra, se inventan las primeras máquinas que permitieron industrializar algunos procesos de la producción de zapatos, lo que permitió el establecimiento de las primeras empresas fabricantes de zapatos ingleses. Estas empresas desde sus comienzos recurrían a los talleres que seguían existiendo en muchas casas de obreros vecinos a sus plantas. Finalmente, la producción se consolidó en empresas que incorporaron a muchos operarios especializados en esta verdadera artesanía.
Hoy, a pesar de la incorporación de alguna maquinaria, el proceso de producción de un par de zapatos ingleses toma entre ocho y diez semanas, y sigue requiriendo la importante participación de operarios especializados, algunos de los cuales han estado por generaciones en el rubro. Son ellos, los que con su juicio y destreza, usan los cueros y aplican productos y terminaciones para producir una variedad de modelos clásicos, los que son reinterpretados según pasa el tiempo. Se sigue usando cuero de vacuno y de ternero, obtenidos de las mejores curtiembres de Europa, que se encuentran hoy en Italia, Francia y Bélgica.
La moda, la aplicación de materiales sintéticos y la incesante búsqueda de menores costos, afectaron a la industria inglesa de fabricación de zapatos de hombre. Esta se debió reinventar y focalizar en productos del mayor valor agregado posible, buscando nuevos mercados en ultramar. En efecto, el desarrollo de mercados emergentes y mejor logística han permitido a varios fabricantes ingleses exportar hoy más del 50% de su producción.
Algunos de los tipos de zapatos de hombre más populares en el mundo de hoy fueron creados en el Reino Unido. El Oxford deriva de zapatos de campo escoceses e irlandeses; los Derby también son ingleses, y los botines Chelsea –popularizados por Los Beatles– provienen de un modelo de botín elastizado desarrollado originalmente para la Reina Victoria.
De la industria original, quedan hoy cerca de diez fabricantes de zapatos de hombres en la zona de Northhampton. Todos ellos siguen fabricando zapatos “Goodyear Welted”, que es una técnica de fabricación inventada en Inglaterra que revolucionó el zapato, pues permitió extender su durabilidad y posibilitar el cambio de suela manteniendo la capellada intacta. Varios de estos fabricantes permanecen en manos de la familia fundadora.
Hay empresas que por la calidad de sus productos, y por haber sido proveedores de la Casa Real por largo tiempo, han recibido el “Royal Warrant of Appointment”. Sólo tres fabricantes de zapatos ingleses de hombre han recibido esta preciada distinción: John Lobb, Trickers y Loake Shoemakers. Esta última empresa, junto con celebrar sus 130 años de existencia en manos de la misma familia, acaba de abrir su primer local en Sudamérica, en Santiago de Chile.